“Aprovecha el momento”, desde la época de los romanos nos dimos cuenta de que sacarle el máximo partido al presente puede ser un buen modo de alcanzar el bienestar, sin embargo esto, que no ha sido nunca fácil, se está convirtiendo casi en tarea imposible, y quizás no nos estamos dando cuenta. Basta con que nos paremos a observar lo que hace la mayoría de la gente en lugares concurridos, me da lo mismo que sea el transporte público, un concierto, una cafetería, un museo…
¿No adivináis a qué me refiero? ¿Por qué no levantáis un momento la cabeza de la pantalla y os fijáis de verdad? Pues sí, nuestros hábitos han cambiado un montón, y puede que el “aprovecha el momento” se haya convertido más bien en un “inmortaliza el momento” o “whassapea el momento”. Y que conste que digo esto admitiendo el poder que ejerce mi smartphone sobre mí, porque aunque fui de la últimas en entrar en este mundo, reconozco que me he llegado a pasar de parada por ir whassapeando, que me he “ausentado” en comidas familiares por estar leyendo mensajes, que compruebo con demasiada frecuencia si hay algo nuevo en la pantalla, y por qué no reconocerlo, mi teléfono es lo único que me acompaña casi en cualquier momento, y digo casi, porque de momento no me ha dado por llevármelo al baño.
Pero hasta qué punto nos hace más felices el estar tan conectados, o si realmente estamos tan conectados, es algo que me ronda por la cabeza desde hace tiempo, y seguro que no soy la única. Porque es cierto que es impresionante la capacidad de estos dispositivos para secuestrarnos de la realidad que nos rodea, por ejemplo, me pregunto qué sentido tiene hacer cola durante tres cuartos de hora en el Louvre, para dedicarte a hacerle fotos a todas las obras posibles, y no levantar la vista en ningún momento de la pantalla para apreciarlas con tus ojos…O hasta qué punto disfrutas de un concierto mientras lo grabas en tu móvil…Sí, en los dos casos tendrás un buen recuerdo, pero siento mucho decirte que en realidad no habrás estado en el momento con todos tus sentidos, y si no estamos atentos es como si no estuviéramos.
Puede que me equivoque, pero para mi esto tiene poco que ver con el carpe diem, porque estando tan pendientes de lo que pasa en nuestras redes, quizás estemos dejando escapar el momento presente, puede incluso que estemos desatendiendo a las personas que tenemos más cerca, y sobre todo no creo que disfrutemos más, sino que nos parece que apuramos más el tiempo, pero ¿Es eso disfrutar más?. Os cuento cosas que me he dado cuenta que he dejado de hacer desde que tengo smartphone, para empezar hablo mucho menos por teléfono con la gente que conozco, porque todos tenemos poco tiempo, y esverdad también que, como ya estoy en contacto por whassap, les veo menos, así que no sé si estoy más en contacto, pero me relaciono menos con mucha gente. Estoy menos atenta en mis desplazamientos, porque voy viendo cosas en el móvil, así que me pierdo mi ciudad de noche cuando vuelvo en autobús, algo que siempre me ha encantado. Me pierdo el estar conectada con la gente que me rodea y por ejemplo necesita que le ceda el paso o el asiento en el metro. Me estreso cuando me encuentro con varios chats abiertos, o me encuentro 70 mensajes sin leer cuando acabo de trabajar, entonces habitualmente no leo todo y sólo el final, por lo que no me entero más que de la mitad, cosa que jamás me pasaría en una conversación cara a cara.
No quiero negar las enormes ventajas y comodidades que nos han traído estos cacharritos, si hasta yo que no soy una fan de las tecnologías me he rendido, pero es verdad que como con todo, lo importante es si lo usamos a favor o en contra nuestro y me parece que en este punto encontrar un equilibrio no es fácil.
Así que, como soy una convencida de que no hay mejor filosofía de vida que carpe diem, voy a intentar ponerme las cosas fáciles, usando las ventajas de mi conexión 3G, pero sin dejar que el móvil me haga ausentarme de mis comidas, mis momentos con amigos, o los momentos en que simplemente estoy sentada observando lo que pasa a mi alrededor, así espero que lo único que atrape mi atención sean esos instantes irrepetibles de la vida.