Escribir puede ser terapéutico

Muchas veces he escuchado que los artistas tienen la suerte de poder dar salida a sus emociones a través de su obra. Sin embargo, tengamos o no talento artístico, todos podemos canalizar lo que sentimos a través de la escritura, la música o la pintura.

Me voy a centrar en quizás la más accesible de todas, lo mucho que nos puede ayudar escribir sobre nuestras emociones.

En la terapia cognitiva trabajamos mucho por escrito, anotando lo que sentimos y pensamos, y trabajando sobre aquellos pensamientos que nos generan sufrimiento. Pero a parte de estas técnica cognitivas, se ha visto que escribir puede ser mucho más eficaz que hablar sobre lo que nos sucede. Esto puede resultar sorprendente, y sin embargo hay incluso estudios que lo avalan.

En un estudio de Zech y Rime de la Universidad de Lovaina, citado por Richard Wiseman en su libro “59 segundos”, notaron que aunque los participantes de este estudio creían que hablar sobre un suceso traumático de sus vidas les había ayudado, sin embargo su estado de ánimo al cabo de una semana era peor que el de personas que no se habían desahogado.

Es verdad que no siempre ayuda verbalizar lo que nos sucede. Es más, puede que incluso os haya pasado que a veces no tenías un día especialmente malo, hasta que has empezado a contarle a alguien de confianza lo que te preocupa y desde ese momento ya no has podido parar de darle vueltas y te ha amargado el día.

Esto no quiere decir que sea mejor guardarse las emociones y no expresar lo que nos preocupa, hablar sirve porque nos pueden dar otros puntos de vista, o hacer que nos demos cuenta de que no somos tan raros, y otros han pasado por lo mismo…Pero se ha visto que en muchas ocasiones es más eficaz escribir.

Psicólogos como Pennebaker, Anderson o Penn llevan años estudiando el efecto de la escritura a nivel terapéutico, sus conclusiones son muy positivas. Aunque no saben dar una explicación concluyente sobre el por qué escribir parece ayudar más que hablar, quizás sea un cúmulo de factores. Lo cierto es que escribir sobre algo doloroso tiene el efecto de expresar lo que sentimos, pero al tiempo también organizamos nuestras ideas, vemos con más distancia lo que nos sucede, y puede que eso sea lo que nos ayuda a sentirnos mejor.

Pennebaker da una serie de consejos para hacerlo de forma eficaz, escribir diariamente durante unos 20 minutos, en un momento en que estemos tranquilos y no nos vayan a interrumpir, sin preocuparnos por la ortografía o la gramática, de forma sincera y profunda. Eso sí, nos plantea usar este enfoque para situaciones que podamos afrontar ahora, si se trata de eventos pasados o traumáticos, siempre es preferible tener una supervisión y consultar a un profesional.

No sólo es útil escribir sobre eventos negativos, poner por escrito lo positivo que nos sucede día a día también ayuda a mejorar nuestro estado de ánimo.

Teniendo todo esto en cuenta, está claro que poner negro sobre blanco no sólo puede ser beneficioso para los escritores, sino para cualquiera que esté dispuesto a dedicarse un poco de tiempo.