Desde mi adolescencia estudié en filosofía que el cambio es constante e inevitable, es algo que todos hemos oído más de una vez, sin embargo eso no evita que sigamos teniéndole miedo a los cambios.
Es cierto que estar nerviosos ante una situación nueva es normal, y hasta sano. Pero aunque pueda parecer que no es algo importante, cuando el temor a cambiar es paralizante, puede llevarnos a sufrir muchísimo. Puede hacer que nos estanquemos en situaciones que nos dañan, o en las que no terminamos de sentirnos satisfech@s, ya sea un relación, un trabajo, o incluso el lugar en el que vivimos. Hay veces que la adaptación no es la mejor de la soluciones, aunque cambiar no sea siempre fácil.
¿Por qué nos cuesta cambiar?
Lo que más nos bloquea es el miedo y la inseguridad: “¿Y si sale mal?” “Y si no soy capaz…” Y si es una mala decisión”. O la preocupación por la opinión de los demás » qué pensarán si lo hago».
En definitiva el tipo de pensamientos por los que preferimos quedarnos en la famosa zona de confort, que no tiene por qué ser una realidad ideal, pero sí conocida, previsible y segura.
De lo que no somos conscientes es es que, el mejor modo de luchar contra esos miedos e inseguridades es comprobando qué sucede. Porque casi siempre somos capaces, y si no lo somos, siempre podemos aprender a afrontar esa novedad. Mientras que si no nos arriesgamos, seguiremos alimentando las dudas sobre nuestra capacidad, y también sobre lo que lo demás piensan de nosotr@s.
Si el temor es equivocarnos, no vendría mal recordar que ninguna decisión es definitiva, porque , como no, podemos cambiar. Nos tocará asumir las consecuencias de esa nueva decisión, pero seguramente tampoco serán tan dramáticas como nos queremos hacer creer.
A veces el miedo es tal, que nos negamos a aceptar que el cambio es una necesidad para nuestro bienestar, aunque nos quejemos sobre nuestra situación. Nos negamos a reconocer que nos hace falta un cambio, e incluso lanzamos la responsabilidad sobre otros o sobre las circunstancias.
La verdad es que aunque no sea fácil, casi siempre podemos hacer algo por mejorar nuestra situación. Y en general, los cambios, aunque supongan un reto no siempre son negativos. Además, no hay por qué afrontarlo solos, a veces podemos darnos cuenta de que necesitamos ayuda para cambiar, incluso profesional.
Pensad con calma en los cambios que ha habido en vuestra vida. Si pienso en mi experiencia, y en lo que me han contado otras personas, hasta los cambios más difíciles, han valido como mínimo, para crecer personalmente.Y a veces hasta han sido lo mejor que podía pasarnos.
Además, por qué si nostálgicamente afirmamos que no hay nada como las primeras veces, nos cuesta tanto apostar por los cambios ¿O incluso aceptarlos cuando no nos queda más remedio ?
Los cambios nos ofrecen nuevas “primeras veces”, nos permiten retarnos y reconocer nuestros miedos, quizás hasta superarlos y sentirnos mejor.
Nos gusten o no, los cambios no van a dejar de formar parte de la vida, porque la realidad no está quieta ni un segundo. Nosotros elegimos como afrontar esas novedades, o incluso si queremos darle ese giro necesario a nuestra vida.
Al fin y al cabo es muy difícil alcanzar aquello que queremos y sentirnos satisfechos, si no cambiamos nunca.