El primer paso es hacer una evaluación del caso, se trata de que lleguemos a saber en profundidad qué ha llevado a la persona a acudir al centro, qué objetivos persigue y qué causas están produciendo y manteniendo el malestar. Para ello utilizamos cuestionarios, registros y toda la información que el paciente nos pueda facilitar en las sesiones.
Una buena evaluación es clave para una buena terapia.
Todas las conclusiones que obtenemos en las primeras sesiones se comparten con el paciente, queremos que conozca qué está originando sus dificultades y cómo vamos a trabajar para superarlas, una idea clara de qué provoca el sufrimiento ayuda también a comprender cómo sentirse mejor.
Tomando la evaluación como base, se inicia la terapia, en la que dependiendo de cada caso, iremos aplicando las técnicas más adecuadas y adaptadas a cada caso individual, dependiendo del diagnóstico y de las circunstancias de cada paciente. Utilizamos: técnicas cognitivas, exposiciones, planificación de actividades, terapia de grupo, talleres y en definitiva todo aquello que consideremos que pueda serle útil aprender a nuestros pacientes.