Trastornos de alimentación: Anorexia, Bulimia

Es mucha la información que se ofrece en las noticias sobre los trastornos del comportamiento alimentario, pero tanta información parece haber creado en muchos casos más confusión. Se cometen errores como creer que cualquier persona con un peso bajo puede tener anorexia, o que solo sufren trastornos del comportamiento alimentario las personas excesivamente delgadas.

Hace ya años que en el “primer mundo” vivimos inmersos en el culto al cuerpo y en la idea de asimilar belleza a delgadez. Esto es especialmente evidente en las mujeres y cada vez se suman más hombres, y si bien una gran mayoría no padecen un trastorno alimentario, sí que muchos sienten una gran ansiedad si suben de peso y se someten a dietas no demasiado sanas.
Hoy en día pocas personas comen lo que les apetece sin sentirse culpables, y eso no sucedía hace años. Este cambio cultural ha contribuido a que aumenten los trastornos del comportamiento alimentario, por el tipo de relación que estamos aprendiendo a tener con la comida, pero aunque la presión cultural es un factor de riesgo, está claro que para caer en un trastorno de alimentación se unen más factores.

Los trastornos del comportamiento alimentario más frecuentes son la anorexia y la bulimia, tanto una como otra pueden llegar a tener consecuencias muy graves para el organismo.

En la anorexia los síntomas mas frecuentes son:

  • Miedo intenso al aumento de peso o a ser obeso, incluso con peso inferior al saludable. El temor no disminuye aunque bajen de peso debido al miedo a no controlar la ganancia de peso.
  • Adopción de dietas, restricción progresiva de alimentos, obsesión por el peso.
  • Distorsión de la apreciación del peso, el tamaño o la forma del propio cuerpo.
  • Hiperactividad, realización de actividad física intensa para quemar calorías.
  • Carácter irritable, especialmente cuando se habla de sus “manías” con la comida.
  • Mentiras para mantener sus hábitos alimenticios.
  • Múltiples síntomas físicos debidos a la restricción alimentaria: estreñimiento, dolor abdominal, amenorrea (perdida de al menos 3 ciclos menstruales consecutivos)…
  • Negación del problema.
Lo síntomas más frecuentes en la bulimia son:
  • Miedo intenso a engordar.
  • Episodios recurrentes de atracones de comida.
  • Sensación de pérdida de autocontrol durante los atracones de comida.
  • Uso regular de métodos de purga como vomito autoinducido, laxantes, diuréticos o ejercicio intenso tras los atracones para evitar el aumento de peso.
  • Un mínimo de dos “atracones” semanales durante al menos 3 meses.
  • Preocupación excesiva por el peso y la figura.
  • Antecedentes de dietas frecuentes.
  • Frecuentes oscilaciones de peso, aunque habitualmente no llegan a bajar de peso de modo alarmante como en la anorexia.
  • Síntomas de depresión: melancolía, ideas suicidas, dificultad de concentración e irritabilidad
Tanto la bulimia como la anorexia producen efectos muy nocivos sobre el organismo que pueden complicarse cada vez más si los trastornos se mantienen durante mucho tiempo. La principal complicación de los trastornos de alimentación es la negación del problema. En la anorexia la mayoría de los problemas se deben a la mala nutrición, bien porque las cantidades son insuficientes o bien por la poca variedad. Una de las primeras consecuencias es la retirada de la menstruación, con la consiguiente pérdida de calcio y riesgo de padecer osteoporosis, así como una disminución del interés sexual.  La falta  de nutrientes provoca un aumento de la sequedad en la piel, problemas para regular la temperatura corporal, caída del cabello, uñas quebradizas, presencia de lanugo (vello en la espalda o la cara), problemas gastrointestinales, problemas renales, anemia…

El vómito autoinducido el abuso de laxantes y diuréticos provocan alteraciones graves en el equilibrio de nuestro organismo: los dientes pierden el esmalte debido al ácido de los vómitos, que favorece que parezcan caries y puede llegar a ocasionar incluso la pérdida de piezas dentales. También pueden producirse ulceras en las encías, el interior de la boca y la garganta llegando a dañar las cuerdas vocales y provocar ronqueras crónicas. Abusar de los laxantes destruye la flora intestinal y dificulta el transito normal del intestino.  Además la alteración de electrolitos que conlleva los vómitos y el uso de laxantes y diuréticos constante, lleva a una sensación de fatiga, debilidad muscular, calambres, vértigos, dolores de cabeza, arritmias e incluso paros cardiacos.

Dadas las terribles consecuencias físicas y psicológicas que este tipo de trastornos puede tener es fundamental que la intervención se realice lo antes posible, el tratamiento se centrará en el trabajo sobre cada uno de los factores que mantienen la obsesión por el peso: trabajo con la autoestima, ansiedades a la hora de relacionarse, aceptación del propio cuerpo y de sus cambios y por supuesto cambiar por completo la relación y las pautas establecidas a la hora de alimentarse. En las ocasiones en que se considere necesario también se buscará derivar a otros profesionales que cubran la parte médica del tratamiento.