ASTENIA PRIMAVERAL Y TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL: ¿Influyen las estaciones en el estado de ánimo?

Con la llegada de la primavera y los cambios de temperatura es habitual que también se hable de la astenia primaveral, de hecho más de una vez me han preguntado si en primavera e invierno es normal que la gente se deprima más.
Es más incluso navegando en internet se pueden encontrar muchos artículos sobre cómo combatir la astenia primaveral, como si fuera una patología, y también sobre el trastorno afectivo estacional, cuando en realidad no existe ninguna evidencia de la existencia de ninguno de los dos.

Astenia primaveral ¿Mito o realidad?

La palabra astenia, a nivel médico, se refiere a una sensación de debilidad física y muscular, caracterizada por falta de entusiasmo y energía. Evidentemente no es una enfermedad en sí misma, sino que puede ser el síntoma de procesos como anemias u otras patologías. Sin embargo, hay personas que describen tener este tipo de síntomas asociados a la llegada de la primavera. Pero lo cierto es que podemos estar tranquilos, la primavera no tiene por qué “enfermarnos”. Si nos notamos algo más fatigados puede ser simple y llanamente un proceso de adaptación normal al cambio de hora, de luz y al aumento de las temperaturas.

Así que, en principio, esas sensaciones irán desapareciendo a medida que nos adaptemos a esos cambios, habrá personas que se habitúen antes que otras, pero lo normal es que en unas semanas ese cansancio haya desaparecido. Como es lógico, si esa sensación de fatiga se mantiene, lo aconsejable es consultar con un médico, para dar con las posibles causas y buscar soluciones.

Así que, no hay evidencia de la existencia de la astenia primaveral, y estudios recientes apuntan a que tampoco existen pruebas fiables de que nuestro estado de ánimo fluctúe con las estaciones, o de la existencia de lo que se denomina Trastorno afectivo estacional.

El trastorno afectivo estacional

Este tipo de trastorno del estado de ánimo se incluyó el manual diagnóstico de psiquiatría DSM en los años ’80, y se refiere a la aparición de una serie de episodios depresivos asociados a la estación del año, principalmente el invierno. Se achacaba este tipo de trastorno a la influencia que la falta de luz tiene sobre nuestro organismo, pero también se hablaba de este trastorno en otras épocas, como la primavera, por lo que había bastante controversia sobre si se podía achacar a la estación del año en sí, o a otros factores.

De hecho estudios recientes han puesto en duda que los síntomas depresivos se acentúen en determinadas épocas del año, así que, en realidad no hay evidencias claras de la influencia de las estaciones para provocar trastornos.

Como es lógico el clima puede influir en nuestro estado de ánimo, puesto que también influye en nuestras rutinas, también es lógico que no viva igual la llegada de la primavera una persona que tiene alergia al polen, que una que no. El entorno nos influye y es normal que necesitemos adaptarnos a los cambios de estación.

Pero eso no significa que caigamos en la preocupación por deprimirnos con la llegada de tal o cual estación, ya que puede ser ese exceso de autoobservación el que haga que nos alarmemos ante sensaciones normales. Como ya he comentado más de una vez, no es sano pensar en sentirnos bien siempre, y sólo en el caso de que nuestro malestar se prolongue o nos esté limitando para llevar una vida normal es cuando nos interesa consultarlo con un profesional.