La ansiedad es uno de los principales motivos de consulta en los centros de psicología, y en muchos casos nos encontramos con personas que llevan años arrastrando el pánico hacia esta emoción, con todo lo desagradable y limitante que puede ser.
Muchos creen que con la terapia aprenderán a controlarla o manejarla, y les sorprende que lo que nos marquemos como objetivo, sin embargo, sea aprender a vivirla. La ansiedad es una emoción como cualquier otra, así que es fundamental perderle el miedo, ya que si no es frecuente acabar metidos en un círculo en el que, como me agobia sentir ansiedad, cada vez siento más ansiedad. Lo que llamamos el círculo vicioso del pánico.
Así que, un modo eficaz de afrontar la ansiedad es aprender a aceptarla, igual que hacemos con otras emociones. No podemos controlar que haya surgido por el motivo que sea: tensión mantenida, afrontar una situación que nos impone, una preocupación…Hay muchas situaciones en que reaccionar con ansiedad es normal. Es importante aceptar que no podemos controlar que surja o no, no depende de nosotros eliminarla, pero sí puede ayudarnos mucho aprender cómo no seguir alimentándola.
No es sencillo, pero puede sernos muy útil para afrontar la ansiedad, en primer lugar se tratará de aceptar que las sensaciones han aparecido, y que lo mejor que puedo hacer es vivirlas, sin rebelarme contra ellas o anticiparme a si aumentan o no, sino tener presente que el estado de alerta de mi cuerpo terminará por pasarse, cuando mi cuerpo compruebe que no hay peligro. Si en cambio me empeño en luchar contra esas sensaciones, lo único que consigo es seguir enviando a mi cerebro el mensaje de que efectivamente algo peligroso está pasando.
Pautas para aceptar la ansiedad del día a día
Cuando sentimos un síntoma físico, ya sea debido a una emoción o a cualquier otra causa, lo normal es que tendamos a rebelarnos contra él y a buscar que desaparezca. Lo cierto es que aunque sea la respuesta natural sólo contribuye a hacérnoslo pasar peor, no podemos controlar la aparición o desaparición de un síntoma, ni de la propia ansiedad, sólo podemos aceptar que se encuentra ahí, rebelarnos contra él lo que suele hacerlo es más persistente e incapacitante.
El primer disparo de ansiedad y sus síntomas no son controlables, pero el mecanismo del “miedo al miedo” es una consecuencia directa de lo que nos decimos sobre lo que está sucediendo. Pensamientos como “esto es horroroso…”, “no lo soporto”, “si sigo así me dará algo” y similares, sólo sirven para mantener y aumentar mi malestar y los síntomas, a parte de que no son verdad.
En vez de dejarnos arrastrar por ese tipo de diálogo interno, podemos tener una visión más realista de lo que estamos sintiendo y de la propia ansiedad, que por desagradable que sea no es peligrosa en sí misma.
Los dos puntos para vivir la ansiedad son, por una parte procurar centrarnos en nuestras sensaciones presentes, cuestionándonos si son tan graves y hasta qué puntos nos limitan, o si en cambio son tolerables aunque desagradables.
Por otra parte, fomentar pensamientos realistas y que me ayuden a vivir y afrontar esas sensaciones sin magnificarlas, frases como: “preferiría no tener esta sensación, pero puedo aceptarla”, “puedo seguir funcionando con estos síntomas, por desagradables que sean” ,“esto no es lo peor que podría pasarme” o “ es normal sentir esto, estoy nervioso/a”, me ayudarán a vivir la ansiedad y no rebelarme contra ella.
Durante el proceso va a ser normal que nos cueste aceptar las sensaciones y nuestras emociones, que notemos que nos juzgamos e incluso nos rebelemos contra ello, pero nos interesa procurar volver a la idea de aceptación y respeto hacia nosotros mismos por ese momento de malestar que estamos viviendo.
Evidentemente en el caso de personas con un trastorno de ansiedad, o que han sufrido crisis de pánico este proceso no es tan sencillo y la recomendación sería que consulten con un especialista. Así como personas con otros problemas físicos, en cuyo caso siempre es fundamental que sigan las pautas que les dé su especialista.