Hace tiempo alguien me dijo irónicamente si no podríamos los psicólogos eliminar la navidad, ese año habían fallecido varios familiares y al acercarse las fiestas se sentía peor. No me pareció nada absurdo, porque si tu vida atraviesa un momento difícil no es tan raro que en cuanto empieces a ver los turrones y escuchar los villancicos, te entren ganas de salir corriendo … Y es que estas fechas tienen la capacidad de ser odiadas y queridas a partes iguales. Pero a diferencia de otras cosas, es casi imposible escaparse, como en las pesadillas, no hay donde esconderse…
¿Por qué a veces la blanca Navidad nos acaba poniendo negros?
La peor parte es la carga de obligaciones, de reunirse con personas que no siempre te apetece ver, de estar con una sonrisa porque hay que pasarlo bien, de ser feliz pase lo que pase, de gastarse un dineral en hacer grandes regalos…Ese es el panorama, al final algo que se supone que era una celebración, que incluso para muchos tiene un profundo sentido religioso, se acaba convirtiendo a veces en un cúmulo de situaciones con las que tragamos, aunque no nos apetezca.
Empecemos por las cenas de empresas, qué divertidas ¿verdad? Vámonos a comer todos juntos para hacer piña y celebrar estas entrañables fiestas. Parece una buena idea, pero seamos realistas, si tienes buen ambiente en tu empresa, normalmente te vas de cañas con cierta frecuencia con tus compañeros, por lo que la comida no deja de ser una excusa y no va a hacer que te lleves mejor. Pero si en cambio el ambiente no es bueno, puede que prefieras dedicar tu tiempo a otra cosa.
Con las reuniones familiares sucede un poco lo mismo, a veces el problema es cómo nos repartimos en las fiestas para que todo el mundo esté contento, cosa que no siempre se consigue. Así que, o bien divides al límite cada cena o comida, para poder estar con todo el mundo, o acabas reuniendo a todos juntos, imitando en una casa el camarote de los hermanos Marx, cualquiera de las dos alternativas igual de agotadoras para muchas personas.
Por otra parte, si por diferentes circunstancias te faltan seres queridos, porque hayan fallecido, o porque lo cierto es que no todo el mundo vuelve a casa por Navidad, no es raro que puedas sentirte algo más triste.
¿Y si resulta que has tenido una ruptura de pareja? Pues lo mismo, si ya te pesa los demás días, en estas fechas se te hará aún más cuesta arriba, porque otra característica de la Navidad es que hace que tendamos a compararnos, y pone un foco encima de todo lo que nos falta. Familia, pareja, trabajo, dinero…
Pero no todo va a ser tan negro, porque hay personas que disfrutan mucho y cerrarnos en la idea de “odio la Navidad” como filosofía de vida, no me parece muy sensato, nos guste o no ahí está, odiarla sólo nos dañará a nosotros…
Sea lo que sea lo que te fastidia de la Navidad vívelo como un reto, si estás pasando por un duelo, no te obligues a estar alegre, estarás como tengas que estar, pasar estas fechas sin esa persona te servirá para superar tu pérdida, y además puedes concentrarte en apoyar y animar a otros que lo necesiten y no sólo encerrarte en tu dolor.
Si te estresan las reuniones familiares, es una oportunidad para analizar qué te agobia o te amarga las fiestas, y ver qué solución plantear. No te sobrecargues y pide ayuda, piensa que tu casa no es un restaurante de cinco tenedores, y que no tienes que demostrar nada a nadie, los familiares que te aprecian lo seguirán haciendo, además recuerda que las reuniones buscan ser algo divertido, y piensa que al final en general a todos nos apetece pasarlo bien. Trata de hacerte partícipe de ello, seguro que este año te lo pasas mucho mejor.
Acepta que hay cosas que no puedes cambiar, quizás no puedas reunirte con quien más te apetece, o no te puedas escaquear de la cena de empresa, pero sí puedes hacer algunas cosas que quieres. Estas fechas son una buena excusa para ponerte en contacto con personas que hace tiempo que no ves, para ver cómo puedes darle una pequeña alegría a alguien, y no se trata sólo de los regalos, sino de pensar de un modo un poco más altruista, si puedes ayudar a alguien en algo hazlo, seguro que te sentirás mejor.
Si no te convence todo esto, puedes al menos salir a la calle, caminar y observar a la gente. Por mal que te sientas, este es un buen ejercicio, fíjate en sus caras, en la animación, la ilusión de los niños, y de los no tan niños. Una cosa que me gusta de la Navidad es que parece que tenemos permiso para jugar y dejar la seriedad a un lado, disfrazarnos, ponernos una peluca, cantar, ser más comunicativos y hasta más amables…
Por mal que te puedas sentir, fijarte en la alegría e ilusión de otros puede llegar a hacerse contagioso y te conecta con la idea de que, sea Navidad o no, merece la pena estar aquí y tratar de disfrutar aunque no te gusten estas fechas.
¡Feliz Navidad!